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Si notais que llevo mucho tiempo sin escribir, posiblemente me esté pasando la mismo que le ocurrió a García Birlán.
"El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aun permanecen blancas las cuartillas."

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¿Un cateto escribio esto?:

Esta cárcel que, durante varios meses, le dio ocasión de un trato prolongado con el mundo variopinto del hampa, verdadera sociedad paralela con su jerarquía, sus reglas y su jerga, parece ser, con mayor probabilidad que la de Castro del Río , la misma donde se engendró el Quijote, si hemos de creer lo que nos dice su autor en el prólogo a la Primera parte: una cárcel «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», y en la cual bien pudo ver surgir, al menos, la idea primera del libro que ocho años más tarde le valdría una tardía consagración.

Cervantes en su vivir .

Jean Canavaggio

viernes, 13 de septiembre de 2013

PARANOIAS Y PIEDRAS VIEJAS.


PARANOIAS Y PIEDRAS VIEJAS.
 

Dicen  unos que una tal Cristóbal descubrió América; otros  que  los vikingo o los chinos; incluso hay quien  sugiere que descubrió el nuevo continente; a favor del reino de España, con unos viejos mapas templarios. Lo que es cierto; sin duda alguna, es que este personaje se coló en América. De ahí me imagino el sobrenombre.

 Ganó extensos territorios y riquezas para la corona Española. El la fama de “Descubridor”.

Años después varias grupos de nativos; al oeste de este territorio, incapaces de vivir colonizados en reservas, colaboraban como guías de otros conquistadores para descubrir lo ya descubierto;, por entonces  no se buscaba la gloria personal  de descubridor,  sino la propiedad de nuevas tierras.

Últimamente; al igual que aquellos pieles rojas que se resistieron a la muerte de sus costumbres y de su hábitat, y de los espíritus de sus antepasado vagan por los caminos  tras la profanación de sus lugares mágicos, lo mismo que el viejo guerrero busca una señal, una marca una huella en la tierra  que  lleve al conquistador  a su cometido. Así ando yo por los caminos de la ciudad, buscando indicios en las piedras viejas que casualmente me lleve a un descubrimiento “causal”.

Cientos de investigadores han muerto sin saber que sus aportaciones  sirvieron  de base a importantes descubrimientos o en si mismo esto lo eran. El investigador pasional no busca la gloria, no busca una profesión con esto, no buscan; como piensan algunos, descubrir para poseer. Resaltar que el alquimista  no haría ascos a recoger frutos de la piedra filosofal; puesto a descubrir la fórmula, pienso,  sería “un pego” hacerla pública, sobre todo por los efectos negativos que acarrearía   la devaluación del oro.

Fig.(1)

 

Hace unos años  redescubrí mimetizada en el empedrado de la primera planta del edificio del Pósito una pequeña loza de piedra tumbada  junto a la pared. En la cara que miraba hacia arriba observé que la piedra estaba trabajada. Encontré  unas series de petroglifos que me resultaban imposibles de interpretar.

Indagué  en el  personal del Ayuntamiento por si alguno podría facilitarme alguna información sobre ella, siendo el resultado negativo. Alguien me comentó que había escuchado una vez decir que podría ser una losa con motivos musulmanes, pero nada de la procedencia, ni el  tiempo que llevaba en las dependencias municipales.

Los  grafitos en las rocas  se producen desde el neolítico y  muestran a base de signos diversos temas de la sociedad: Ceremonias Religiosas, marcar el territorio, plegarias a los dioses o a las constelaciones para la buena caza, cosechas o fertilidad femenina y son la antesala de la escritura. Las conjeturas sobre el significado de estos símbolos son muy amplias, ya que no es una ciencia exacta.

“Si el descubridor  casual de la piedra roseta no hubiera tenido cierta sensibilidad por la antigüedades, y la hubiera utilizado de parapeto en la trinchera,  hoy posiblemente estaríamos en la antípodas  de la epigrafía.”

Desde un principio descarté su origen islámico pues no encontré ningún símbolo con parecido razonable de este periodo. Esto me delimitaba el periodo a buscar, descartando  culturas con alfabetos bien conocidos. Desde entonces me limite a encontrar coincidencias  en alfabetos prerromanos. Fig.(2)


Ha pasado un par de años desde que pedí ayuda en un portal  monográfico de arqueólogos e historiadores y aun no he recibido respuesta. Recuerdo los tiempos cuando estos mismos recorrían  la campiña buscando algún vestigio o artefacto  para  trabajar  en ellos o documentarse. Hoy en día existen tantas piezas arqueológicas en los almacenes que podrían estar muchos años estudiándolas y publicando sin tener que hacer  excavación alguna. Puede ser, que la pieza en concreto no tenga la importancia que yo imagino, pero para mí, tan solo con ser castreña  ya tiene bastante valor.

No debo de obviar que hace un mes envié una foto a un amigo. Me respondió que no era su especialidad y  se comprometió a reenviarla a un colega, ya me dirá.

No me corresponde por lo tanto a mí hacer ninguna reflexión científica al respecto, pero es inevitable; que  hasta que tengamos alguna puntualización de algún especialista, mi imaginación brote en forma de notas. Aunque el resultado sea  baladí.

El artefacto lo encontramos fuera de contexto arqueológico lo que dificulta que podamos situarnos en periodo alguno con la ayuda de  otros restos (cerámicas, utensilios, etc). Claramente el periodo a estudiar es el prerromano.  Encuentro  alguna similitud en algún símbolo o letra con otras del alfabeto ibérico pero en  el conjunto nos alejamos de este, ya que en esta época  encontramos palabras completas con ninguna  similitud a estas.

En las descripciones antiguas; aunque aun se siguen utilizando sin veracidad alguna; sobre la historia de la fundación de Castro del Rio, se cuenta que fue fundada por los Fenicios, o por los Cartagineses. Si  es verdad,  que hallazgos casuales de monedas  de Cartago hace pensar que al menos circularon por estos territorios., pero jamás he escuchado nada de vestigios fenicios.


 

Esto de los Fenicios viene al hilo de la piedra que traemos en conversación. Tras varios meses de idas y venidas buscando alguna señal que me llevara a datar esta piedra he llegado a una conclusión.

Creo que se trata de una estela funeraria. Posiblemente el grabado represente una señal que marcara; con una mezcla de símbolos y letras (Fig.2001y2002), el lugar de enterramiento de una persona, normalmente de la élite local o algún pasaje de las vivencias de esa persona a modo de recordatorio. Por la similitud de algunos signos con otros encontrados en estelas fenicias (fig.3), podríamos estar hablando de un lenguaje  prototartésico. La cultura tartesia es fruto de la aculturación de  algunos grupos indígenas por parte de los fenicios instalado en el litoral andaluz.




 Los fenicios no construyeron asentamientos de importancia  en el interior del valle del Guadalquivir pero si se establecieron individuos cerca de núcleos  tartesios  en busca de productos  agrícolas, a cambio recibían productos elaborados, aceites, perfumes etc.  

Esto grupos de fenicios formaban parte de las clases más altas y se encargaban del comercio y de pequeños talleres. Asi que no podemos entender a los fenicios sin los tartesios o al revés.

 La estela ibérica del guerrero Tartesio de Gamarrillas; al lado de Ategua y otros restos encontrados en poblados de nuestro entorno, nos hace suponer un núcleo ibérico importante en el valle del Guadajoz. En el mismo casco urbano de esta población; en la zona de la villa, se ha documentado una importante población de la época del Bronce Pleno.

Alrededor de Tartesios   existe un halo mágico fomentado por fantásticas leyendas; muchas de ellas creadas en estos últimos años, sobre sus riquezas, su situación o los adelantos que consiguieron en esa época , su relación con la Atlántida, Etc..

 

Tartesios está de moda, todo el mundo quiere tener hoy en día un trozo de la  mítica civilización y nosotros posiblemente lo tengamos ya.

Diego L. Urbano Mármol.