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Si notais que llevo mucho tiempo sin escribir, posiblemente me esté pasando la mismo que le ocurrió a García Birlán.
"El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aun permanecen blancas las cuartillas."

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¿Un cateto escribio esto?:

Esta cárcel que, durante varios meses, le dio ocasión de un trato prolongado con el mundo variopinto del hampa, verdadera sociedad paralela con su jerarquía, sus reglas y su jerga, parece ser, con mayor probabilidad que la de Castro del Río , la misma donde se engendró el Quijote, si hemos de creer lo que nos dice su autor en el prólogo a la Primera parte: una cárcel «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», y en la cual bien pudo ver surgir, al menos, la idea primera del libro que ocho años más tarde le valdría una tardía consagración.

Cervantes en su vivir .

Jean Canavaggio

domingo, 20 de abril de 2014

Marcialidad Romana.




No es mi intención con esta cavilación que me dispongo a escribir; válgame Dios, hacer una crítica al ímpetu del  actual soldado romano  que desfila en Semana Santa en este dichoso pueblo de Castro del Río, pero si rendir homenaje al militar romano de mi época; llegase a profesional perteneciendo a alguna cohorte de cualquier cofradía o  tan solo  habiendo pasado el periodo de instrucción.

A alguno le parecerá gracioso lo del periodo de instrucción si intentan compararlo con el CIR de la mili obligatoria que hemos tenido hasta hace poco tiempo en este país. Pero es  al contrario, aquí en este pueblo  no era obligatorio haber pasado un periodo de entrenamiento y tampoco se  exigía un mínimo conocimiento de las armas.

No piense el lector a voz de pronto que no hacía falta ningún requisito para ingresar en la centuria. El capitán un momento antes del desfile se preocupaba de la lista. Si existía alguna baja, buscaba un sustituto en la puerta del acuartelamiento, pues era allí donde se reunían un buen número de aspirantes. Otras veces se podía ingresar directamente si aportabas algún documento de algún  togado.

Era difícil; aunque no imposible, ocupar puestos importantes de Tribuno o de Centurión, estatus que se conseguía normalmente a base de años de servicio. Lo normal es que el novato ocupara los puestos más bajos. Legionario o como máximo Pretoriano.

El tema que me trae no es hacer un pasaje por la historia de tan venerado cuerpo de élite de la Semana Santa Castreña. Os puedo asegurar que hay verdaderos especialistas en la  materia y no soy yo por tanto el más adecuado para abordarlo.  Si os puedo hablar por experiencia personal del soldado ducho en la fabricación del armamento, hecho en la calle a base de duro entrenamiento y montones de horas de desfile.

No recuerdo  a  que quinta pertenecí, calculando creo que andaría entre 1975 /1980. Por entonces el barrio de la villa estaba bastante poblado y reclutar un puñado de zagales para organizar la parada  no era  complicado. Llegando la cuaresma y hasta el 25 de abril día de San Marcos siempre estábamos preparados para la batalla.
Descanso de un pequeño combatiente. Le he nublado la cara para no tener problemas con la identidad del niño.
 
 

Con bastante donaire arrastrábamos los pies para lograr ese sonido tan característico que se consigue en las callejuelas al rozar el soldado las Caligae (Sandalias) con el empedrado del suelo. Este hecho no era de nueva invención pues al inicio de la era cristiana un niño llamado Cayo Julio Cesar Augusto Germánico hacía gracias a los legionarios  desfilando con estas sandalias ante ellos , lo que le valió cariñosamente el sobrenombre de Caligula.
Mi hijo en posición de batalla.
 

Cada uno se confeccionaba su traje. Un saco de abono y unas tijeras era suficiente para conseguirlo. Tres agujeros y unos flecos y ya estabas preparado. La lanza o pilum se fabricaba con un palo de un cepillo o escoba, al cual se le hacía una rajita en un  extremo, “sin pasarte pues tenía que volverlo al lugar de origen,  para el uso que fue creado”, para introducir la punta metálica que se obtenía de doblar la tapa de una lata redonda de conservas. El mejor material para el escudo eran las cajas grandes de galletas o las cajas de camisas, estas últimas la rapiñábamos en  las puertas de las  tiendas  de tejidos.  Si había canutos (tubos de cartón) iban también para adelante, alguna utilidad le encontraríamos.
Este gran soldado y músico a la vez es de mi quinta pero de otro barrio.

En la espada había menos igualdad, y desfilaban al “son” del tambor de hojalata las temidas espadas cortas tipo  gladius hispaniensis( La espada que más romanos mataron, creada por los ibéricos  y posteriormente adoptada por el ejercito romano) y  las temidas cimitarras musulmanas. Todas ellas provenientes del polvorín San Marquero, pues era costumbre que los carpinteros castreños para esa fecha fabricaran este tipo de ornamentos que  regalaban a los niños en memoria a la batalla ganada a los moros el 25 de abril.
http://historiasdecastrodelrio.blogspot.com.es/2011/03/el-socorro-de-castro-del-rio-bis.HTML
http://decastroero.blogspot.com.es/2011/04/memoria-gastronomica-ilustrada-san.html

Es lastimoso; en este ejército en cuestión, que el recluta no firme al ingresar 20 años de servicio como en época del esplendor del imperio  y no es  raro comprobar cómo  en cada campaña aparecen caras nuevas donde deberíamos ver soldados veteranos. Será, me imagino, que quedarán a buen reguardo en los campamentos de invierno curando sus heridas más que en la posibilidad de la deserción de tan magna entidad..

2 comentarios:

ALBERTO GAY HEREDIA dijo...

Amigo Diego, en mi pueblo hasta mediados de los 70 existieron escoltas de soldados romanos y caballistas que abrían la procesión del Santo Entierro del Viernes. Inevitablemente los chiquillos en los días posteriores a la Semana Santa, atraídos por la marcialidad de la soldadesca organizábamos en cada barrio las típicas procesiones infantiles. La caja de galletas Cuetara era lo mas socorrio para la coraza, de lanza una vara aceitunera desmochá. El acompañamiento musical era a base de latas grandes de caballa para las cajas y tambores, y de tomate en conserva para los bombos, que había que encargar y reservar con tiempo en la tienda de comestibles de la esquina. Para los Pasos un crucificado elaborado a base de las tablas que nos proporcionaban en una tienda del ramo de confección. Un año hasta le incorporamos un Cristo de verdad procedente de la caja de difuntos del abuelo de uno de los cofrades. Buen disgusto que nos costó, casi que nos detienen y apalean.

Diego Luis Urbano Mármol dijo...

Sabes que tenemos muchas coincidencias en las costumbres de nuestros pueblo para la lejanía que existe. Eso vendrá de cuando el gran Julio Cesar; posiblemente, se desplazo desde Obulco (1 campamento fijado para dirigir la ofensiva contra los Pompeyos)hasta el asedio a Córdoba eligiendo la ruta del camino de Porcuna y levantando un gran fuerte en Soricaria(Castro del Río).